Reforma Constitucional en Chile: ¿Un Juego Posible?

October 5, 2016

La campaña electoral de Michelle Bachelet para las elecciones presidenciales de 2013 estuvo sustentada sobre los pilares del reformismo. Su objetivo radicaba no sólo en proponer un cambio renovador para una de las tres democracias más estables y consolidadas de América Latina[1], ensombrecida en los últimos años por una severa crisis de representación (Valenzuela, 2011), sino en desterrar de una vez por todas, los “enclaves autoritarios” (Garretón, 2003) que todavía gravitan en la sociedad y las instituciones chilenas.

El lanzamiento de su nueva candidatura a la presidencia, esta vez como integrante de la coalición denominada Nueva Mayoría, no sólo decretó el supuesto final —según palabras de Osvaldo Andrade—, de la histórica Concertación, sino que buscó bajo el slogan de campaña “un Chile de todos”, modernizar un modelo en decadencia mediante una serie de reformas claves y la promesa de mayor inclusión social. El capital político con el que participó Bachelet en la nueva contienda electoral, se sustentó mayoritariamente en los altos índices de popularidad con los que había terminado su primer mandato en 2010 y en su labor en ONU Mujeres que inició poco después de salir del palacio de La Moneda. Sin embargo, a poco de asumir en marzo de 2014, las grietas comenzaron a aparecer.

En campaña para las elecciones presidenciales de 2013, Bachelet construyó sus promesas en torno a cuatro propuestas de reformas que, adelantó, iba a poner en funcionamiento si llegaba al gobierno. Estas fueron: la educativa, la tributaria, la electoral y la constitucional.

Durante la última semana de abril de 2015, Bachelet anunció de manera sorpresiva y en un clima político signado por los escándalos de corrupción, caída de la popularidad, ralentización de la economía (cuyo modelo de acumulación estaría saturado) y resquebrajamiento de la relación entre Nueva Mayoría y la alicaída Concertación (cuya vieja cúpula de representantes se encuentra actualmente excluida del gobierno nacional)[2], que el próximo mes de septiembre sería el “mes de Chile”, es decir, el momento en el cual se presentaría un proyecto al Congreso para reformar la Constitución.

En este contexto, la propuesta de la presidenta chilena de propulsar una reforma constitucional que deje finalmente atrás el legado autoritario de Augusto Pinochet, puso de relieve los primeros obstáculos que Bachelet tendrá que sortear para poder concretar el proyecto reformista.

En primera instancia, la condición de crisis política severa, que algunos ya se atreven a considerar como sistémica, disminuye aún más las capacidades de alcanzar un consenso claro entre los partidos políticos y el gobierno nacional, debido al liderazgo presidencial debilitado y una clase política desacreditada in toto. En este punto, cabe recordar que el procedimiento para reformar la constitución chilena implica que el proyecto debe ser aprobado por las tres quintas partes de los diputados y senadores de cada Cámara reunidos en Congreso Pleno[3]. Una vez conseguida la aprobación y por medio de un decreto supremo, el gobierno llama entonces a plebiscitar el proyecto ante la ciudadanía.

La base de esta crisis política que viene arrastrando Chile responde a un modelo de democracia que está acabado o que, por lo menos, ya no resulta institucionalmente funcional a las demandas de la sociedad chilena de la post transición.

En este sentido, el desgaste no se circunscribe solamente a los gobiernos de la Concertación que protagonizaron la transición modélica en América Latina, constituyéndose a su vez en la más longeva de las coaliciones políticas en el poder en la historia democrática de Chile (Navia, 2007; Alcántara Sáez y Ruíz-Rodríguez, 2006; Navia, 2006), sino a todo un sistema que se mantuvo en la alternancia con la derecha de Sebastián Piñera y que se sigue perpetuando una vez más bajo la presidencia de Bachelet. Esto significa que la transición ya acabó, pero el andamiaje institucional que la hizo posible continúa siendo el articulador de todo un sistema político con fisuras varias. En pocas palabras, tenemos una sociedad moderna con instituciones viejas.

Para Siavelis, el origen de las dificultades que afectan a la Concertación como a la democracia chilena actual podría radicar en el modelo mismo de la transición (Siavelis, 2009). En esta línea, el autor propone analizar lo que él denomina los enclaves de la transición, argumentando que la interacción del sistema electoral y la estructura de competencia post autoritaria han creado un conjunto similar de enclaves de transición (Siavelis, 2009) que son los que obstaculizan en última instancia la consolidación democrática.

En el caso de la democracia chilena, asumimos que los enclaves de la transiciónfuncionan como escudos protectores de las élites políticas que rehúsan eliminarlos por varias razones. La primera es que gracias a estos enclaves de la transición, las élites mantienen un alto grado de control en la selección de candidatos. La segunda, se debe a la puja por mantener el status quo.

Para Siavelis, un ejemplo claro de enclave de transición lo encontramos en el sistema del “cuoteo” de la Concertación. El cuoteo es asumido por el autor como una negociación que influye en la distribución de poder (Siavelis, 2009). Mediante esta negociación o sistema de repartición de cargos, se asegura a cada uno de los partidos que integran la coalición, una distribución de jefaturas ministeriales que podrán manejar casi a discreción, y que se implementa en pos de garantizar que todas las fuerzas que integran esa coalición, puedan participar de las decisiones de gobierno.

Otro obstáculo que deberá sortear Bachelet descansa en los propios “enclaves autoritarios” que la reforma pretende modificar, entre ellos, el sistema electoral.

Para Arturo Valenzuela, el binominalismo chileno es un factor causal de la crisis de representación (Valenzuela, 2011). En este sentido, el autor plantea que el regreso a un sistema proporcional mejoraría los niveles de representatividad y de competencia entre todas las fuerzas (Valenzuela, 2011). Sin embargo, apostar por una mayor representación de partidos minoritarios equivaldría a distribuir mucho más el poder, y por ende, a tener congresos más fragmentados, lo cual podría ocasionar problemas de ingobernabilidad. Problemática central de los presidencialismos latinoamericanos multipartidistas, que Scott Mainwaring abordó en los años ‘90 como una “difícil combinación”.

En este contexto la pregunta es, ¿podrá Bachelet alcanzar el consenso y el apoyo político necesario para reformar uno de los últimos legados del pinochetismo?. La respuesta es incierta. Lo que sí es cierto es que Nueva Mayoría, la coalición en el poder, se constituye como el bloque más grande dentro del Congreso chileno con un total de 67 diputados y 21 senadores. Sin embargo, también es cierto que para lograr la aprobación del proyecto reformatorio, Bachelet tendrá que conseguir el apoyo de los partidos opositores de derecha, actualmente tan desacreditados frente a la opinión pública como los partidos que integran la coalición de centro y centroizquierda. En este punto es importante recalcar, que la reforma de la Constitución se ha constituido al día de hoy en la prueba más importante que la clase política chilena in toto deberá superar para recuperar el apoyo popular y la legitimidad, buscando sobre todo minimizar la pérdida máxima, que no es poco.


Notas

[1] Junto con Uruguay y Costa Rica (Valenzuela, 2011).

[2] http://www.infolatam.com/2015/04/29/bachelet-y-la-pugna-entre-la-nueva-mayoria-y-la-concertacion/

[3] Procedimiento de reforma constitucional. En:http://pdba.georgetown.edu/Comp/Reforma/proced.html

Referencias

Alcántara Sáez, M; Ruíz-Rodríguez, L (2006). La política chilena: entre la rutina, el mito y el modelo. Barcelona: Bellaterra

Base de datos políticos de las Américas. En:  http://pdba.georgetown.edu/Comp/Reforma/proced.html

Mainwaring, S (1995). Presidencialismo, multipartidismo y democracia: La difícil combinación. Revista de Estudios Políticos (Nueva Época). Nº88, Abril-Junio, 1995

Garretón, M A (2003). Incomplete Democracy. Chapel Hill: University of North Carolina Press.

Infolatam. En: http://pdba.georgetown.edu/Comp/Reforma/proced.html

Navia, P (2007). ¿Qué le pasó a Bachelet?. Nueva Sociedad, (2007).

Navia, P (2006). Bachelet’s Election in Chile. Revista Harvard Review of Latin America (Spring-Summer)

Siavelis, P (2009). Enclaves de la Transición y democracia chilena. Revista de Ciencia Política. Vol 29, Nº 1, págs 3-21.

Valenzuela, A (2011). Crisis de representación y reforma política en Chile. Centro de Estudios Públicos (CEP) y Corporación de Estudios para Latinoamérica (CIEPLAN).

About Author(s)

Ludmila Quirós
BA in Political Science at Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Postgraduate course in Public Policy, Development and Regional Integration at Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO - Argentina). Member of the International Political Science Association (IPSA) and the International Association for Political Science Students (IAPSS). Researcher at Comparative Politics Committee - IAPSS. Member of the group Comparative Politics at ECPR (European Consortium for Political Research). Fields of interest: Latin American Studies, Political Regimes, Political Parties, Electoral Studies.