La Marea Rosa: el Caso Venezolano

October 11, 2016

El pasado noviembre la Universidad de Pittsburgh realizó un Simposio sobre los legados de “La Marea Rosa”, surgida en América Latina desde fines del siglo XX, con la llegada al poder de un conjunto de gobiernos de izquierda. Fue el encuentro una valiosa oportunidad para evaluar comparativamente las diversas experiencias de gobiernos de este signo.

Venezuela inició esta Marea con la elección de Hugo Chávez en diciembre de 1998. Chávez, ahora llamado el “comandante eterno” por sus seguidores, llegó al poder sobre una crisis profunda y global que padecía la sociedad desde los años ochenta, y que las elites políticas no pudieron superar. Gracias a su agresivo discurso dicotómico, que polarizó políticamente a la sociedad entre unos buenos  (el pueblo, los pobres) y otros malos (la oligarquía, los partidos), los venezolanos se dejaron tentar por lo que De la Torre llamó la seducción populista (2010). Chávez ofreció en su campaña acabar con la corrupción de las elites alojadas en el Petroestado, así como profundizar la democracia transformando el régimen “representativo” en “participativo”.

En las líneas que siguen reflexionamos sobre el legado de la era de Chávez  que abarcó catorce años de transformaciones (1999-2013). Sostendremos que pese a legados positivos innegables, el proyecto “revolucionario” chavista fracasó, a diferencia de otras experiencias de la Marea. En el corazón de este fracaso estuvo su incapacidad para superar los problemas estructurales de la sociedad venezolana derivados del carácter petrolero rentístico de su economía.

 

La “ruptura populista” y fases de la era chavista

Chávez y su movimiento bolivariano ganaron las elecciones de 1998 en medio de una global crisis de la sociedad que ya duraba más de veinte años y que radicalizó al electorado (López Maya, 2006; López Maya y Panzarelli, 2013). El país sufría desde los años ochenta de alta inflación y un PIB errático, que produjeron un empobrecimiento abrupto de la población y una ampliación de la brecha de la desigualdad. Estos fenómenos a su vez, fueron el caldo de cultivo de una creciente anomia, resentimiento, protesta callejera y violencia, que desembocó en una crisis política. Entonces emergió Chávez como un líder carismático, con un movimiento al margen de la política institucional, con un lenguaje polarizado políticamente, y con ofertas de “barrer” a las elites, así como instaurar una democracia más profunda. Los venezolanos fueron atraídos por esta propuesta, dándole al movimiento bolivariano y su líder una clara victoria electoral.

Con Chávez comenzaría un nuevo capítulo de la historia política venezolana, pues significó una ruptura con el pasado inmediato, produciéndose y durante sus gobiernos una profunda transformación sociopolítica. En los quince años que lleva el “chavismo” en el poder deben distinguirse al menos tres fases: una primera, que abarca el primer gobierno de Chávez (1999-2007), donde el proyecto de transformación estuvo orientado por la propuesta de democracia participativa, que partidos de diverso signo ideológico, movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil habían venido formulando desde los años ochenta. Una segunda se corresponde al segundo gobierno de Chávez (2007-2013) donde éste, triunfante de los intentos de opositores por sacarlo del poder, optó por radicalizar el proceso de transformaciones, llevándolo a un modelo “socialista del siglo XXI”, distinto a la democracia participativa. Una última fase, en desarrollo desde su muerte el 5 de marzo de 2013 y la elección de Nicolás Maduro como Presidente el 14 de abril, se caracteriza por una la recaída de Venezuela en una severa y global crisis de pronóstico incierta resolución.

 

Legados positivos

En los más de quince años de la era chavista, profundos cambios se dieron en la sociedad y en las relaciones entre sociedad y Estado. Para comenzar a evaluar sus legados positivos queremos señalar tres que parecen perdurable y que se dieron principalmente durante su primer gobierno.

El primero, una importante ampliación de la ciudadanía. El discurso político polarizador y el desarrollo de múltiples y creativas políticas sociales tuvo importantes efectos de concientización e inclusión política en sectores históricamente excluidos y/o empobrecidos y excluidos de sus derechos elementales por la crisis de fines del siglo XX que señalamos arriba.

El segundo es la valoración en la cultura política venezolana de la participación como atributo democrático. A lo largo de estos años se inculcó este principio como imprescindible para un régimen de democracia sustantiva. En este sentido, en Venezuela no pareciera posible un retorno a una democracia liberal representativa con las características que tuvo en el pasado.

El tercero se proyecta al ámbito latinoamericano, pues el presidente Chávez, apoyado en una prosperidad petrolera que se prolongó por casi una década, impulsó iniciativas de integración y solidaridad latinoamericana y caribeña, creando condiciones para una mayor vinculación entre estos países en el siglo XXI. Junto a esas iniciativas, en su segundo gobierno, Chávez impulsó una propuesta socialista de sociedad y relaciones de poder, contribuyendo a resucitar una ideología que había perdido legitimidad como resultado de la debacle del socialismo real en la Unión Soviética y Europa.

 

Legados negativos: los costos del socialismo rentista

En contraste con estos legados, durante la era de Chávez y del actual presidente Maduro fueron fortaleciéndose un conjunto de tendencias que han desembocado una vez más en una crisis profunda del Petroestado y de la sociedad misma.

Constituye factor determinante de esta crisis, el fracaso del proyecto chavista en superar el carácter rentístico de la economía, disfuncionalidad estructural que ya había determinado el naufragio del proyecto político previo. El chavismo ni propuso, ni desarrolló un modelo alternativo que resolviera los problemas causados por la economía rentística. Al contrario, su propuesta “socialista”, se centró básicamente en la distribución del ingreso fiscal petrolero a sectores excluidos de la sociedad, sin diseñar una estrategia de economía productiva capaz de independizar al país de los vaivenes del ingreso rentístico. Por ello, la crisis actual comparte características con la sufrida en los años finales del siglo XX, agravada por los años transcurridos, por la exacerbación del carácter rentístico de la economía y por la instauración de un orden político principalmente autoritario y patrimonialista.

Señalemos tres legados perniciosos para Venezuela, que desafían sus posibilidades de alcanzar bienestar, dignidad y democracia para su gente en el siglo XXI.

Una crisis económica abismal. El país parece vivir la fase final de la economía rentística petrolera al no haberse corregido sino exacerbado este modelo en estos quince años. Esto ha colocado a los treinta millones de venezolanos a depender casi exclusivamente del precio internacional del barril petrolero, precio que depende de factores externos al gobierno. De cada $100 que ingresan hoy al país, $96 proceden de la extracción del hidrocarburo, importándose la mayoría de los alimentos, medicinas, manufacturas y demás bienes. En 1998, la relación era de cada $100, $68,7 provenían de este negocio. La situación se agravó con la caída abrupta de los precios petroleros ocurrida en el último cuatrimestre de 2014, produciéndose un cuadro de desabastecimiento agudo de todo tipo de productos, creciente endeudamiento del Petroestado y revelando la inviabilidad del modelo.

Retroceden logros sociales. En la era chavista, se hicieron esfuerzos importantes por una distribución más democrática del ingreso fiscal petrolero en comparación con lo sucedido en los años críticos anteriores. Gracias a la prosperidad fiscal se desarrollaron políticas distributivas que disminuyeron la pobreza y ampliaron la matrícula educativa, entre otros logros. Sin embargo, al no resolverse los problemas económicos estructurales, estos indicadores se fueron estancando, y hoy con la penuria fiscal, exhiben retrocesos. Agrava la situación la improvisación, ideologización de la función pública,  y corrupción generalizada de la administración pública. Adicionalmente, Venezuela exhibe hoy una violencia social aguda, con tasas de homicidios, secuestros y otros delitos de los más altos del mundo, revelando un quiebre de las normas de convivencia social, y la destrucción de instituciones de seguridad, control y resolución de conflictos.

Una crisis política de incierto resultado. La muerte de Chávez y la elección por escaso margen de Nicolás Maduro crearon un contexto de debilidad política del chavismo, que el desempeño del actual Presidente y la caída de los precios del barril petrolero en el mercado mundial han ido profundizando.  La “rutinización del carisma” de Chávez  (Weber, 1977) ha tomado un camino tradicional patrimonial, con los sucesores del “comandante eterno” esforzándose por sacralizar su figura para convertirlo en la base de su legitimidad. Un presidencialismo agudo, un clientelismo exacerbado y el uso por parte de la elite chavista de los bienes públicos para sus fines particulares, viene constituyéndose en la base de un orden político autoritario que encuentra en significativos sectores sociales y políticos resistencias (Bechle, 2012). Junto a la crisis socioeconómica, se mantiene una apreciable y permanente inestabilidad sociopolítica cuya resolución es impredecible.

 

Comentarios Finales

2014 fue año de significativas turbulencias políticas. La protesta estudiantil y de sectores políticos opositores comenzó en febrero y se extendió hasta mayo, con un promedio de 34 protestas diarias (OVCS, 2014). El gobierno respondió con una severa represión, que arrojó la cifra de más de cuarenta muertos y miles de civiles, la mayoría estudiantes o jóvenes, detenidos y algunos incluso torturados. Este evento parece cerrar el ciclo del chavismo como proyecto popular y democrático.

A inicios de 2015 la resolución de esta crisis permanece en ascuas. El presidente Maduro sigue sin tomar decisiones oportunas y/o coherentes para paliarla, responsabilizando la situación a una “guerra económica” de enemigos internos y externos de la “revolución”. En enero salió viajó a Rusia, China e Irán, en búsqueda de recursos que le permitan hacerse de dinero en efectivo para comprar alimentos y otros bienes esenciales para ganar las elecciones parlamentarias fijadas para celebrarse este año de 2015. El deterioro de las condiciones de vida de la población se profundiza y las encuestas más recientes señalan una caída severa de su popularidad, y de la identificación de la población con el partido del chavismo (Datanálisis, 2014). Así, 2014 parece marcar el fin de las ilusiones que en su momento levantara este proyecto de izquierda.


Referencias

Bechle, K. (2010). "Neopatrimonialism in Latin America. Prospects and Promises of a Neglected Concept". GIGA. Working Papers (153).

Datanálisis (2014): Encuesta Ómnibus de noviembre enhttp://www.scribd.com/doc/251720261/Omnibus-Noviembre-2014#scribd

López Maya, M. (2006). Del Viernes Negro al referendo revocatorio. Caracas, Editorial Alfadil.

López Maya, M. y A. Panzarelli (2013): “Populism, Rentierism, and Socialism in the Twenty-First Century: The Case of Venezuela” en C. de la Torre y C. Arnson, Latin American Populism in the Twenty-First Century. EEUU. The Johns Hopkins University Press, pp. 239-268.

OVCS (2014): Informe del primer semestre de 2014 del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, disponible en http://www.observatoriodeconflictos.org.ve/.

Weber, M. (1977). Economía y Sociedad (Vol. 1). Bogotá: FCE.

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Margarita López Maya
Margarita Lopez Maya is a Venezuelan historian, PhD in Social Sciences and Senior Professor at the Universidad Central de Venezuela. Her research has been dedicated to Contemporary Social and Political History of Venezuela and Latin America. Professor López Maya has published several books and more than sixty articles in academic journals in Venezuela, Latin America and the USA. Visiting Professor at St Antony´s College in Oxford University, Tinker Professor in Columbia University and Visiting Fellow at the Woodrow Wilson International Center for Scholars, she is considered one of the main experts in the Chávez Era.