La Izquierda que No Es: Sobre la “Nueva Izquierda” en América Latina

October 5, 2016

En este trabajo quiero examinar críticamente el concepto de “izquierda” que se emplea en el libro The Resurgence of the Latin American Left, una obra editada por dos de los más importantes latinoamericanistas de nuestro tiempo, Steven Levitsky y Kenneth Roberts. La motivación principal que guía a mi trabajo es la de cuestionar la noción de “izquierda” empleada en el libro que, según entiendo, nos compromete con una concepción teórico-política muy difícil de aceptar. Esta discusión se inscribe en una larga conversación que se ha ido dando en los últimos años, referida al (así llamado) “resurgimiento de la izquierda en América Latina” (Arnson & Perales 2007; Arnson et al 2009; Cameron & Hershberg 2010; Levitsky & Roberts 2011; Madrid 2011; Panizza 2005).

La definición del concepto de “izquierda” que se utiliza en la introducción de The resurgence of the Latin American Left resulta, si bien elaborada, decepcionante. Ella dice:

"(El concepto de) Izquierda refiere a actores políticos que buscan, como un objetivo programático central, reducir las desigualdades económicas y sociales".

Si bien ésta es la definición que se reserva para el término “izquierda,” Levitsky y Roberts aclaran luego el significado de lo dicho, con un párrafo extenso que sigue a continuación de la frase citada, y que resulta mucho más amplio e inclusivo que la definición inicial -llamemos a ésta la “definición ampliada”. Dicen ellos, entonces, que:

“Los partidos de izquierda buscan utilizar la autoridad pública para distribuir la riqueza y/o los ingresos hacia los sectores con menores ingresos, erosionar las jerarquía sociales y fortalecer la voz de los grupos desaventajados en el proceso político. En la arena socioeconómica, las políticas de izquierda procuran combatir las igualdades enraizadas en la competencia de mercado y en la propiedad concentrada, aumentar las oportunidades para las pobres, y proveer de protección social en contra de las inseguridades de mercado. Aunque la Izquierda contemporánea no se opone necesariamente a la propiedad privada o a la competencia de mercado, ella rechaza la idea de que pueda confiarse en las fuerzas no reguladas del mercado para satisfacer las necesidades sociales. En el ámbito político, la Izquierda procura aumentar la participación de los grupos menos privilegiados y erosionar las formas jerárquicas de dominación que marginan a los sectores populares. Históricamente, la Izquierda se ha concentrado en las diferencias de clase, pero muchos partidos de Izquierda, contemporáneamente, han ampliado ese foco para incluir las desigualdades basadas en el género, la raza o la etnia".

Presentada la definición, permítaseme examinarla a partir de sus principales partes componentes.

Objetivo Programático: Todos los Gobiernos son de Izquierda

Que la definición en torno a cuándo un partido o gobierno es de izquierda gire tan centralmente en torno a si dicho partido ha tomado como “objetivo programático central” reducir las desigualdades sociales y económicas, implica ya un comienzo complicado. El criterio propuesto es impreciso, obviamente engañoso, además de ser a la vez sub-inclusivo y sobre-inclusivo.

La definición es sub-inclusiva, porque nos lleva a considerar que un gobierno no es de izquierda, a pesar de haber llevado adelante una práctica consistentemente adecuada a los ideales y valores de izquierda, sólo por el hecho de que, en su plataforma de gobierno original, dichos compromisos no aparecieran explicitado de modo claro. Esta posibilidad resulta en verdad muy esperable a partir de la dinámica generada por sistemas híper-presidencialistas y partidos catch all, como los que distinguen a la Latinoamérica actual. Sin embargo, la definición de “izquierda” propuesta en The Resurgence nos llevaría a “sancionar” a dicho gobierno no calificándolo como uno de izquierda, en razón de las declaraciones programáticas realizadas antes de su llegada al poder.

Lamentablemente, y a la vez, la definición resulta sobre-inclusiva. Y es que se trata de una definición que pone un peso indebido en el aspecto económico de lo que significa ser de izquierda, a la vez que reduce y modera de modo asombroso los que vendrían a ser los principios económicos propios del pensamiento de izquierda (volveremos sobre este punto más adelante). Ser de izquierda ya no requiere abolir la propiedad privada, ni desafiarla de modo significativo, sino sólo trabajar para la reducción de las desigualdades –una exigencia que (por lo que vemos en la práctica que se evalúa en el libro) resulta todavía más devaluada, ya que no va a significar mucho más que conseguir ciertas reducciones en términos de la pobreza existente. Un gobierno que consiga reducir en algo los niveles de pobreza presentes antes de su llegada al poder, ya pasa a calificar como –potencialmente- un gobierno de izquierda.

Así presentada, la definición resulta muy hospitalaria para gobiernos y líderes políticos de los más variados. Ello así, al punto de que la misma permite incluir como de izquierda, sin mayores inconvenientes, a gobiernos que nadie consideraría como gobiernos de izquierda, tales como los de Vicente Fox en México (2000-2006); Álvaro Uribe (2000-2010); Alejandro Toledo (2001-2006); o Sebastián Piñera (2010-2014). Notablemente, todos estos presidentes pueden alegar –como lo han hecho- que su gestión de gobierno ha permitido reducir los altos índices de pobreza registrados en sus respectivos países, antes de su llegada. Todos los líderes citados cuentan con estadísticas que les permiten realizar, con algún grado de sensatez, afirmaciones auto-elogiosas en términos de lucha contra las desigualdades sociales existentes.

Levitsky y Roberts podrían objetar lo dicho, señalando que no todos los gobiernos citados tenían un compromiso programático con la igualdad. Pero ello tampoco es cierto. Cualquiera de los partidos mencionados (y que muchos consideraríamos de derecha) incluía en un lugar relevante, dentro de su plataforma, objetivos fuertemente igualitarios. El partido de Alejandro Toledo prometía, entre sus nueve objetivos centrales, el de “eliminar la pobreza extrema y la desigualdad”; Uribe incluyó en su plan de acción inicial consideraciones muy claras referidas a los males generados por la pobreza extrema y la desigualdad, llegando a declarar una “guerra” directa contra la primera (algo significativo en un gobierno empeñado utilizar metáforas bélicas); Fox aseguró que sus prioridades estarían encabezadas por objetivos como el de reducir la pobreza; y Piñera se comprometió a luchar prioritariamente por terminar con la “pobreza dura”.

En definitiva, lo que nos queda es la decepcionante conclusión según la cual, desde el 2000, básicamente todos los gobiernos latinoamericanos han sido de izquierda, lo cual significa vaciar de contenido al término “izquierda” y, por tanto, no afirmar nada más que una tautología.

Economía: Propiedad Privada y Reformas de Mercado en el Proyecto de Izquierda

Concentremos ahora nuestra atención en el contenido económico de la definición de “izquierda” utilizada por Levitsky y Roberts. Pensemos entonces en el contenido económico que podríamos considerar propio de una definición aceptable del término “izquierda,” para luego compararlo con el contenido que se le atribuye en el libro.

Comencemos, por caso, por Karl Marx. En El Manifiesto Comunista hay una frase que ya es clásica, a través de la cual Marx propone sintetizar su visión sobre el tema. Allí se dice que “la teoría de los Comunistas puede ser resumida en una sola frase: Abolición de la propiedad privada.” Si tomáramos la definición y, sobre todo, el desarrollo que hacen de la idea de “izquierda” los autores convocados en The Resurgence…, nos encontraríamos con que esa sola línea marxista es ya por completo ajena al entendimiento que hacen todos los académicos invitados sobre lo que significa y ha venido significando ser de izquierda en América Latina. Ocurre que ninguno de los gobiernos que en la obra se consideran de izquierda ha abolido la propiedad privada. Lo que es mucho peor, ninguno de tales gobiernos se ha planteado dicho objetivo como un ideal regulativo; ninguno lo ha escrito en sus textos de propaganda ni lo ha hecho figurar en sus plataformas electorales.

Las cosas no son tan diferentes si dejamos al comunismo y a Marx de lado, para utilizar, por caso, una definición más o menos común sobre lo que es el socialismo. Al mismo se lo ha podido definir, razonablemente, como “la doctrina según la cual la propiedad y control de los medios de producción –capital, tierra o propiedad- debe estar en manos de la comunidad como un todo, y administrada en el interés de todos.” Si tomamos en cuenta esta definición, nuevamente, nada de lo que ha ocurrido en América Latina en los últimos años se parece a ello, ni lejanamente.

La pregunta que uno se hace entonces, es la siguiente: Si no nos queda, para la izquierda como proyecto económico, un cuestionamiento fuerte a la propiedad, qué es lo que nos queda? Obviamente, uno podría –debería- responder, nos queda un cuestionamiento fuerte a las políticas de mercado, y su reemplazo por otras políticas que no pongan su centro en el mercado. Pero no. Estamos también muy lejos de ello. Dicen Levitsky y Roberts en las conclusiones del libro:

"Contra algunas expectativas provenientes tanto de la izquierda como de la derecha, los nuevos gobiernos de izquierda no enterraron el modelo de mercado. De hecho, y conforme a estándares históricos, las reformas socioeconómicas introducidas por los gobiernos de izquierda contemporáneos han sido bastante modestas. En la mayoría de los países de la región, los rasgos centrales del modelo de mercado, incluyendo a la propiedad privada, el libre mercado y la apertura a las inversiones extranjeras, permanecen intactos" (ibid. 413, 415).

En definitiva, lo que vemos es que, según The Resurgence… los gobiernos latinoamericanos de izquierda nos refieren a administraciones que han contribuido al fortalecimiento, o al menos la continuidad –antes que el socavamiento- de las viejas políticas “neoliberales”, que alientan la concentración económica, y se basan en el respeto a la propiedad privada, el apoyo a la inversión extranjera, y las protecciones al libre mercado.

Política: Conviviendo con la Concentración del Poder Político

La propuesta de los autores presenta, en este respecto, otro problema serio: de qué modo considerar de izquierda a regímenes híper-presidencialistas, de autoridad concentrada y baja participación popular autónoma? La dificultad del caso resulta particularmente evidente cuando The Resurgence…incluye artículos como el de Benjamin Goldfrank, que dejan en claro la falta de compromiso de la “nueva izquierda” regional, en términos de participación política. Goldfrank concluye su estudio sosteniendo que:

"En los términos establecidos por los editores de este volumen, ninguno de estos casos de gobiernos de izquierda puede considerarse como implicando orientaciones radical democráticas al nivel nacional…Los intentos de profundizar la democracia en América Latina se encuentran en la actualidad limitados tanto por los defensores de las institutiones representativas, que resisten la introducción de instituciones participativas, como por aquellos más plebiscitarios, cuyos esfuerzos por controlar la participación terminan socavando tanto la pa democracia participativa como la representativa" (Goldfrank 2011, 182-3).

En definitiva, resulta difícil entender por qué es que, a la luz de evidencias como las que presenta Goldfrank a lo largo de su artículo, los editores y los distintos autores de la obra (incluyendo al propio Goldfrank) siguen hablando de gobiernos de izquierda en América Latina.

El hecho de que la definición de “izquierda” utilizada en The Resurgence of the Latin American Left sea una definición esencialmente económica, para la cual la concentración del poder político no representa un problema, resulta particularmente curioso, a la luz de la tradición de la izquierda occidental, y sobre todo teniendo en cuenta lo que podríamos llamar la “primera izquierda” latinoamericana. Y es que, desde sus orígenes, y al menos hasta bien entrado el siglo 20, las fuerzas más contestatarias, radicales, igualitarias, de la política latinoamericana fueron consistentemente defensoras de la democracia política, una defensa que llevaron siempre de la mano de sus reclamos por la democracia económica (Gargarella 2010).

Conclusión: Un Concepto Renovado, que Debe Ser Resistido

A lo largo de este trabajo, presenté objeciones a la definición del término “izquierda” que se ofrece en The Resurgence…a partir de una diversidad de razones. La principal ventaja de la definición que utilizan los autores, es que recoge ciertos usos habituales, muy extendidos, del lenguaje común. La gran desventaja es que, además de imprecisa, la definición permite que se acomoden dentro del campo de la izquierda algunos gobiernos que –tal como los autores reconocen, a lo largo de la obra- no desafían la propiedad privada; no van hacia el socialismo; no pueden considerarse siquiera social demócratas; no generan relaciones más igualitarias; concentran el poder; no democratizan la sociedad; asumen comportamientos autoritarios; persiguen a minorías; y para peor tienen poco que ver con la tradición de los partidos y programas de la izquierda, y muy poco en común con la historia del radicalismo político latinoamericano.


Referencias:

Arnold, J. & Samuels, D. (2011), “Public Opinion and Latin America’s Left Turn,” en S. Levitsky & K. Roberts, eds., The Resurgence of the Latin American Left, Baltimore: The John Hopkins University Press.

Arnson, C. et al (2009), La ‘Nueva Izquierda’ en América Latina: Derechos Humanos, Participación Política y Sociedad Civil, Woodrow Wilson International Center for Scholars.

Arnson, C. & Perales, J. (2007), The ‘New Left’ and Democratic Governance in Latin America, Woodrow Wilson International Center for Scholars.

Cameron, M. (2009), “Latin America’s Left Turns: beyond good and bad,”

Third World Quarterly, vol. 30, n. 2, 331-348.

Cameron, M. & Hershberg, E. 2010, Latin America’s Left Turns, Boulder: Lynne Rienner Publishers.

Gargarella, R. (2013), Latin American Constitutionalism, 1810-2010, Oxford: Oxford University Press.

Goldfrank, B. (2011), “The Left and Participatory Democracy. Brazil, Uruguay, and Venezuela,” en S. Levitsky & K. Roberts, eds., The Resurgence of the Latin American Left, Baltimore: The John Hopkins University Press.

Levitsky, S. & Roberts, K., eds. (2011), The Resurgence of the Latin American Left, The John Hopkins University Press.

Madrid, R. (2011), “The Origins of the Two Lefts in Latin America,” Political Science Quarterly, vol. 5, n. 4, 587-609.

Panizza, F. (2005), “The Social Democratisation of the Latin American Left,” Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe, 79, Octubre, 95-103.

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roberto gargarella
Sociólogo, abogado y Doctor en Derecho por la Universidad de Buenos Aires, L.L.M. por la University of Chicago Law School, Master en Ciencia Política por la FLACSO, J.S.D. por la University of Chicago, y Post-Doctorado en la Balliol Collage, Oxford. Es profesor ordinario de la Escuela de Derecho de la UTDT, y profesor asociado de la Facultad de Derecho de la UBA. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: The Legal Foundations of Inequality (Cambridge University Press, 2009), The Accountability and Democratic Judiciaries in Latin America, Africa, and East Europe (en co-autoría con S. Gloppen et al, Palgrave, 2009). Webpage: http://seminariogargarella.blogspot.com