La guerra contra las drogas que tiene lugar en Latinoamérica ha impactado el desarrollo de los países de la región y la vida cotidiana de sus ciudadanos. El último reporte de la Oficina para las Drogas y el Crimen de las Naciones Unidas (UNODC) reporta en 2014 una tasa de 26 homicidios por 100 mil habitantes para Centroamérica, comparada con una tasa de menos de 5 por 100 mil habitantes para América del Norte y de menos de 2 por 100 mil habitantes en Europa. Venezuela, Colombia y Brasil tienen tasas similares a las de Centroamérica. En México se han registrado casi 200 mil homicidios en los 10 años desde que el Presidente Felipe Calderón anunció su política de combate frontal a las organizaciones criminales en diciembre de 2006. Más allá de los números, la situación es todavía más dramática cuando conocemos las historias particulares de las víctimas y sus victimarios.
La inseguridad solía ser un tema tratado por alcaldes y gobernadores, pero debido al escalamiento de la violencia, ha pasado a ser un tema central para los presidentes latinoamericanos. Hoy en día, prácticamente todos los ejecutivos de Latinoamérica tienen en su agenda nacional como tema primordial a la seguridad pública y el combate a las organizaciones criminales. El énfasis y estrategia que cada ejecutivo decide aplicar al tema es, sin embargo, variable.
La opinión pública es un elemento fundamental que motiva a los presidentes hacia cumplir o relegar a segundo plano su responsabilidad en materia de seguridad. Incluso en sistemas no-democráticos. Pero evaluar el desempeño en seguridad no es una tarea simple para los ciudadanos. Múltiples dimensiones de la inseguridad no son experimentadas directamente por los ciudadanos, sino que son filtradas por los medios de comunicación y las redes sociales (electrónicas y personales). Desde la perspectiva ciudadana, además el tema es extremadamente sensible, ya que involucra el bien más preciado de los seres humanos: la vida.
En nuestro artículo "Presidential Approval and Public Security in Mexico's War on Crime” publicado en Latin American Politics and Society (58(2):100-123) analizamos cómo las experiencias y percepción de seguridad de los ciudadanos afectan su evaluación del presidente.
Utilizamos como estudio de caso la presidencia de Felipe Calderón en México (2006-2012), y la comparamos con un punto en el tiempo de la presidencia de Vicente Fox (2000-2006). La presidencia de Calderón es un caso intrigante, en el sentido de que si bien ese periodo se caracterizó por un muy mal desempeño en el tema de seguridad, el Presidente mantuvo niveles de aprobación relativamente altos, tanto para estándares mexicanos, e incluso comparados con otros mandatarios del continente. ¿Por qué? ¿Cuál es el peso relativo de las distintas dimensiones de seguridad en la decisión individual de aprobar al presidente? ¿Cómo se compara el peso de las variables de seguridad respecto de otros temas importantes, como por ejemplo la economía, en la evaluación del presidente?
Para responder a estas interrogantes utilizamos datos de la serie de encuestas del Barómetro de las Américas del Latin American Public Opinion Project (LAPOP) de 2006 a 2012, y una encuesta de 2011 realizada por la Oficina de Opinión Pública de la Presidencia de México. Analizamos los datos usando modelos de regresión logit en donde la variable dependiente indicaba si el ciudadano aprobaba, o no, el desempeño del presidente.
Primero investigamos el impacto relativo de 3 dimensiones de seguridad en la aprobación presidencial: evaluación de desempeño, victimización y apoyo de la intervención del Presidente Calderón contra el narcotráfico. El Cuadro 1 muestra el efecto marginal de cada variable independiente en la probabilidad de aprobar al presidente.
En la última columna, con datos de 2011 (porque no existía una pregunta similar en las encuestas de 2006 a 2012 de LAPOP) puede observarse que el efecto de apoyo a la intervención es de más del doble del efecto de la evaluación positiva del desempeño en seguridad. Esto indica que los ciudadanos premiaban mucho más que el presidente estuviera combatiendo a los criminales, que los resultados efectivos de dicho combate. El esfuerzo se privilegiaba sobre los resultados. La analogía futbolera sería una frase como: “perdieron, pero dejaron todo en la cancha”.
En el trabajo comparamos también el el efecto de evaluación de desempeño en seguridad y comparado con el de la economía. Aquí encontramos en los modelos para los 3 distintos periodos de tiempo que la seguridad sistemáticamente importa más que la economía, incluso en 2006, antes del inicio de la declaración de guerra contra el crimen organizado del gobierno de Calderón (Tabla 1).
Del Cuadro 1 también se observa la comparación de los efectos para el Presidente Vicente Fox (2006) y Felipe Calderón (2008-2012). El efecto de la evaluación de la economía aumenta ligeramente, y cae significativamente la evaluación de la economía como determinante de la aprobación. Lo que hace sentido con el aumento en el énfasis del tema económico en la opinión pública.
Un último resultado importante es que victimización tiene un efecto relativamente muy pequeño sobre la aprobación, especialmente respecto del efecto de la evaluación de desempeño en seguridad y del apoyo a la intervención del Presidente Calderón. Esto es, las experiencias individuales con la inseguridad parecen no ser importantes al momento de evaluar al ejecutivo, ya sea porque los ciudadanos no lo culpan y/o porque los ciudadanos razonan el tema al nivel macro.
Cuadro 1- Efectos marginales (Max-Min) de los modelos de regresión
Variable dependiente: Aprobación presidencial
2006 |
2008-2012 |
2011 |
|
Evaluación de la seguridad |
57.2% |
63.8% |
21.3% |
Evaluación de la economía |
25.2% |
15.8% |
13.2% |
Víctima |
-9.8% |
-7.0% |
-6.2% |
Apoyo a la intervención |
|
|
47.4% |
Nota: Los datos en las celdas son las diferencias entre las predicciones del modelo con cada variable independiente en su máximo y en su mínimo, ceteris paribus.
Para ilustrar mejor nuestros resultados, el Cuadro 2 muestra las predicciones del modelo para distintas combinaciones de las 3 variables de seguridad que incluimos en los modelos de regresión, manteniendo todo lo demás constante. Entre víctimas, una persona que tiene total apoyo a la intervención, pero que evalúa muy mal el desempeño del gobierno, tiene 54.5% de probabilidad de aprobar al presidente, lo que es un nivel de apoyo alto; pero en el caso inverso, alguien que tiene muy buena evaluación del desempeño, pero no apoya la intervención sólo tiene 25.1% de probabilidad de aprobar al presidente. En este caso es claro que un presidente elegirá acciones que muestren en forma visible que está implementando acciones, aunque dichas acciones no sean necesariamente las más eficaces.
También se observa al comparar las partes (a) y (b) en el Cuadro 2 que la diferencia en las probabilidades estimadas de víctimas y no víctimas es relativamente trivial. Quizá esto explique la raquítica atención que el gobierno mexicano ha prestado a las víctimas del crimen.
Tabla 2 – Predicciones del modelo
(a) Víctima
|
|
Evaluación de desempeño |
||
|
|
Min (Peor) |
Media |
Max (Mejor) |
Apoyo a la Intervención |
Min (Sin apoyo) |
12.5% |
17.2% |
25.1% |
Media |
43.6% |
52.8% |
65.2% |
|
Max (Apoyo total) |
54.5% |
63.5% |
74.4% |
(b) No-Víctima
|
|
Evaluación de desempeño |
||
|
|
Min (Peor) |
Min (Peor) |
Min (Peor) |
Apoyo a la Intervención |
Min (Sin apoyo) |
15.5% |
21.0% |
30.8% |
Media |
49.8% |
58.9% |
70.6% |
|
Max (Apoyo total) |
60.6% |
69.1% |
78.9% |
Note: Los datos en las celdas son predicciones del modelo con los valores de las variables independientes especificados, manteniendo el resto de variables independientes en su media.
Los resultados de nuestra investigación tienen una implicación positiva para la democracia, que es que los ciudadanos sí parecen ser sensibles a la situación de seguridad al momento de evaluar al jefe del ejecutivo. Pero también hay malas noticias. Los ciudadanos son mucho más responsivos a la decisión de intervenir en el combate al crimen que a los resultados de dicha intervención, incluyendo su propia victimización. Esto genera incentivos perversos para que los presidentes privilegien acciones que muestren de manera visible a los ciudadanos que están trabajando en el tema—por ejemplo, la captura de capos famosos del narcotráfico—las cuales no necesariamente coinciden con las acciones más eficaces para combatir la incidencia criminal, como, por ejemplo, trabajo de inteligencia financiera, investigación y procuraduría más profesionalizada, o programas de prevención con atención prioritaria a jóvenes en riesgo.