¡Es el modelo, estúpido!

March 10, 2017

A comienzos del año 1992, el entonces Presidente de los Estados Unidos, George Bush, era considerado imbatible por la mayoría de los analistas políticos, fundamentalmente debido a sus éxitos en política exterior, como el fin de la Guerra Fría y la Guerra del Golfo Pérsico.
En esas circunstancias James Carville, estratega de la campaña electoral de Bill Clinton, señaló que éste debía enfocarse sobre cuestiones más relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades más inmediatas. Con el fin de mantener la campaña enfocada en un mensaje, Carville pegó un cartel en las oficinas centrales con tres puntos escritos: Cambio vs. Más de lo mismo, No olvidar el sistema de salud y La economía, estúpido.
Aunque el cartel era solo un recordatorio interno, la última frase se convirtió en una especie de slogan no oficial de la campaña de Clinton, que resultó decisivo para modificar la relación de fuerzas y derrotar a Bush en los comicios de aquel año.
Durante los últimos meses se instaló en un sector de la sociedad argentina la idea de que a partir del 10 de diciembre del año 2015, con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación, se puso en marcha una radical redefinición del modelo de desarrollo implementado durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner entre 2003 y 2015 a través de instrumentos como la liberación de la restricciones cambiarias, la unificación del tipo de cambio –o devaluación si se quiere-, la disminución de derechos de exportación al sector agroexportador y la actividad minera, el aumento de la tarifas de los servicios solo para mencionar algunas iniciativas.
La aplicación de estas medidas, se argumenta, ha tenido un impacto a lo largo del año 2016 que se ha traducido en términos de una recesión sin precedentes, un aumento exponencial de la pobreza y un aumento de la tasa de inflación desconocida en el período 2003-2015.
Antes de llegar al punto central de estas líneas, y sin desconocer la validez relativa de esa argumentación, conviene llevar a cabo algunas consideraciones.
Merece ser destacado que el inicio de un “nuevo ciclo productivo” data de finales del año 2001 y comienzos del 2002 cuando, en el marco de la más grave crisis de la historia política argentina, los ex presidentes Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde adoptaron estrategias drásticas de ajuste en el comienzo de este nuevo ciclo declarando la cesación de pagos de la deuda externa el primero y devaluando la moneda argentina y pesificando la economía el segundo, llevando a cabo la “tarea sucia” de la implementación del nuevo modelo.
Sobre la base de esta estrategia de shock es que se inicia un proceso de recuperación y crecimiento de la economía argentina entre los años 2002 –a partir del último trimestre- y el 2011, con una caída de la economía producida durante el año 2009, en buena medida resultado de las circunstancias de la crisis económica internacional. Al mismo tiempo, la mencionada estrategia permitió contar con importantes excedentes en materia comercial y fiscal, dando origen a aquello que el entonces presidente Néstor Kirchner denominaba “los superávits gemelos”.
A partir del año 2007 comenzó a erosionarse la “base fiscal” del modelo recurriendo ya Cristina Fernández de Kirchner (CFK) a la búsqueda de mecanismos para resolver el crónico problema de financiación del gasto estatal, sea a través del aumento de los derechos de exportación –medida bloqueada por el veto del sector agropecuario-, la recuperación de los fondos de pensión privados para el sector público como así también de empresas consideradas de carácter estratégico como Aerolíneas Argentina o Repsol-YPF entre otras, y un sustantivo aumento de la emisión monetaria.
A los problemas en el sector fiscal se sumaron los problemas en el sector externo que llevaron a la administración de CFK a implementar medidas tales como restricciones cambiarias a partir del año 2011, el establecimiento de un sistema de cambio múltiple y finalmente a la devaluación del 40 por ciento de la moneda local a comienzos del año 2014.
Todo ello tuvo como consecuencia que el segundo período presidencial de CFK haya estado caracterizado por el estancamiento económico, una tasa de inflación que comenzaba a hacerse nuevamente crónica, un paulatino aumento de la pobreza que había disminuido entre 2003 y 2010, y el reinicio del aumento del endeudamiento externo a partir del 2010 tras la exitosa renegociación de la deuda externa que permitió la reducción de la misma en el año 2005.
El primer año de la administración de Cambiemos ha venido a ratificar muchos de los problemas que se advirtieron a lo largo del segundo período presidencial de Cristina Fernández, motivo por el cual, y como Carville en su oportunidad, bien vale colocar un cartel que diga ¡Es el modelo, estúpido! Veamos algunos rasgos básicos del modelo:

1. Desequilibrio entre un sector primario competitivo y un sector industrial no competitivo dependiente de los recursos del sector agropecuario necesarios para la importación de insumos y con escasa capacidad para generar recursos propios.
2. Este desequilibrio estructural lleva de manera periódica a crisis en el sector externo, producto de los cuellos de botella que se producen en contextos de aumento de demanda interna creciente de bienes no durables e insumos semielaborados y recursos no siempre disponibles para atender una demanda en crecimiento.
3. Otra fuente de desequilibrio está dada por la contradicción entre el incentivo al consumo interno y la atención de la demanda externa; si se prioriza el primer objetivo el mismo es satisfecho a costa de la reducción de los excedentes del sector externo, si se hace lo propio con el segundo es a costa de la precarización salarial y el aumento de la conflictividad social.
4. Dificultad crónica para financiar de manera genuina el gasto público, recurriéndose en forma alternativa a mecanismos extraordinarios como la emisión monetaria, los excedentes de la caja previsional o al endeudamiento externo.
5. Los problemas de financiación estatal son resultado de, por una parte la imposibilidad de aumentar los ingresos fiscales por el riesgo de profundizar procesos recesivos y por otra de disminuir los egresos dado que se tratan en su mayor parte de rubros inelásticos a la baja –sueldos, pensiones, subsidios sociales- o “derechos adquiridos” por sectores que han colonizado el aparato estatal –empresas privadas subsidiadas, contratistas del sector público etc.-. Los intentos de disminución de dichos gastos se traducen en mayor conflictividad social o veto empresarial.

Para finalizar cabe preguntarse si Mauricio Macri, el hijo de un empresario de sólidas relaciones políticas con el estado, será el reformador del capitalismo (des)organizado argentino, convirtiéndose en una versión criolla de “Nixon en China”. El controversial aunque legal acuerdo entre el Estado Argentino y Correo Argentino abre muchos interrogantes y no tantas certezas.

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Santiago César Leiras
Bachelor in Political Science in the University of Buenos Aires-Argentina. PhD in Latin American Studies in the Ortega y Gasset Institute (Madrid, Spain). Professor at the University of Buenos Aires, Argentina. Director of the project "Changes and continuities during the years of the kirchnerismo" for the 2014-2016 period. Fan of San Lorenzo soccer team. Tasting wines is my other passion.