Régimen de Extorsión en Ciudad de Guatemala: las Viudas del Transporte Público

October 5, 2016

Ser conductor o ayudante de autobús es una de las profesiones con mayor riesgo de muerte en esta metrópolis. Ellos son ejecutados por mareros para presionar el cobro de la extorsión: sumando el 2013 y 2014 han sido asesinados 180 choferes y 87 ayudantes del transporte público a nivel nacional (PDH, 2015: 5). Sus mujeres, hijos y familiares se ven golpeados por el trauma y por las enormes dificultades que han de librar para su sobrevivencia.

Algunas de las viudas de estos sujetos se han organizado en la Asociación de Viudas del Transporte -AVITRANSP- donde las posibilidades de su acción política se ven coartadas al tratarse de mujeres racializadas procedentes de colonias de exclusión y moverse en un sistema político-ideológico complejo que comunica múltiples niveles e intereses y suministra formas de violencias visibles e invisibles.1

Las rutas del transporte metropolitano en Ciudad de Guatemala se basan principalmente en las concesiones a empresarios privados. Estos propietarios pueden tener de una hasta 40 camionetas y tratarse de conglomerados familiares como de prominentes políticos. Se agrupan en unas 14 “empresas” que tienen distintas formas: cooperativas, sociedades anónimas, asociaciones, todas funcionando desde la falta de regulación y con un fuerte sentido gremial.

El servicio del transporte, deficiente en su funcionamiento y en sus costos, se mueve por el beneficio privado o lucro, sobre todo desde que recibe subsidio del Estado para el diesel, los estudiantes, o sobre el billetaje vendido. Los empresarios contratan al conductor, un sujeto hiperexplotado que labora jornadas de más de 10 horas, que paga un monto fijo diario al propietario del bus, que es responsable del ayudante y de su retribución, y que debe hacerse cargo de los costos de funcionamiento de la camioneta sin contar con seguro social o de vida ni prestaciones.

En el Área Metropolitana de Guatemala se da todo un repertorio de violencias armadas desreguladas sin bandos definidos: ejecuciones, linchamientos, feminicidios, robo y violaciones de niño/as, secuestros, extorsiones, limpieza social, o el caso que motiva este texto: los “chofericidios”. En el escenario de “las periferias” donde se producen las ejecuciones de conductores, la ortodoxia, lo políticamente correcto o la clasificación entre los buenos y los malos no son pertinentes.

Los escenarios populares son áreas “rojas” de crimen y marginalidad por la “retirada combinada del Estado y del mercado” (Auyero 2001: 21). Los grupos armados paralelos y la expansión del poder del narco y las maras y sus gramáticas de la muerte funcionan en los barrios entre una población heterogénea que debe lidiar en esta ebullición de poderes, disputa de recursos, estatus, aspiraciones. Cada cual se especializa en contrabandos, narcomenudeo, estafas, robo de furgones, secuestros, asaltos o prostitución, generando segregaciones desde abajo, como dice Dennis Rodgers que ocurre en Managua con lo que eran las pandillas territoriales al implicarse en la economía local de la droga (2007: 84). Para los jóvenes de estas colonias la onda es “ver varas” –ver dinero-.

Las maras tienen una naturaleza flexible y compleja. Dan un salto cualitativo cuando a partir del 2002 se generalizan las leyes antimaras en Centroamérica (Savenije 2009). Los operativos represivos llevan a muchos jóvenes al encarcelamiento y estos centros se convierten en cuarteles generales. Las organizaciones salen fortalecidas y profesionalizadas. La necesidad de mantener a los hommies dentro y a sus familias fuera lleva a la organización a redoblar esfuerzos en su búsqueda de ingresos. Se enfrentan a la ciudadanía solicitando respeto a través del temor/miedo que ejercen, es la democratización del gatillerismo, la política de la necrovida de parte de las maras como “el control de la vida a través del poder de quitarla” (Levenson 2013: 6), una suerte de canibalismo social. Las clicas son parte de las colonias, e incorporan importantes porciones de los pobladores con distintos grados de dependencia económica hacia ellas. El recurso del asalto y extorsión al transporte público ha sido una vía fácil, que les garantiza un flujo fijo y elevado de plata.

La extorsión sistemática y extensa“es la esencia de lo que se vive en Guatemala”(operador de bicitaxis), hasta las tortillerías o los puestos callejeros de jugo pagan su cuota. Implanta un régimen de terror implacable y cotidiano, para los pandilleros “no hay feriado”. Inicia con el temido envío del celular desde donde se dan las órdenes de pago y las amenazas de muerte. La dirección opera desde las cárceles, y los encargados de los cobros se llevan además su comisión, a veces se paga a varios grupos.2 Nunca pierden en el negocio del crimen y ante posibles limitaciones se expanden y multiplican por otros cauces. Por eso cuando se amplía el autobús transurbano con su sistema prepago y se sustituyen las rutas tradicionales, obstaculizándose el “rentear”, las extorsiones arrecian hacia las camionetas extraurbanas, los negocios o los talleres.

En el caso del transporte los mismos compañeros: empresarios, conductor, ayudantes, pueden ser parte de las maras y/o estar involucrados en las extorsiones y las ejecuciones por venganza, por oportunidades, por intereses múltiples. Lo mismo lo están los cuerpos de seguridad y hasta los políticos y el gobierno. Doña Lilian denuncia, “cada cosa ha tenido su pequeña participación, empezando por los transportistas, porque se han logrado enriquecer a costillas de los que han muerto y del subsidio”. Un representante de un grupo de taxis rotativos distingue lo que llama “la extorsión autorizada” que realizan en la municipalidad, donde deben pagar al “sistema” el día 5 de cada mes: un día antes no acepta el ingreso, un día después pasa de ser Q. 80 a ser Q. 10,000.3

La asociación de las “viudas de los conductores” aparece en el 2009 –un año intenso en las ejecuciones. Cuenta con casi 300 miembros entre viudas de choferes y de ayudantes de camión urbano y extraurbano, así como de microbuses, taxistas, moto y bicitaxis, e incluye también a hombres que quedaron incapacitados o heridos en los atentados sufridos. La asociación quisiera ser nacional, pero las bases se encuentran en la ciudad capital. La dirige Lilian Pérez, una mujer viuda –no de conductor de bus- de 39 años. Se trata de una líder personalista y populista sin historia de militancia ni formación política ideológica. Lilian es eficaz en su intermediación hacia el Estado y otras instancias donde tiene que sortear más obstáculos que otros dirigentes por la zona roja de la que procede y la extrema falta de medios y alianzas. Una líder de este tipo se encuentra en el ojo del huracán frente a todos, porque las suyas no son organizaciones democráticas, ni con reglamentos, ni con elecciones internas. Las viudas de AVITRANSP y su mundo de vida son para la sociedad “bien” capitalina ejemplos de la naturalización de la marginalización.

AVITRANSP cuenta con una Junta Directiva que se van rotando, “alguna viene un día, otra viene otro día. A veces me dicen ‘doña Lili, no tengo para mi pasaje’…’nos cuesta un montón porque a veces en el teléfono no tenemos saldo’”.

Desde hace poco alquilan una casa cerca del centro de la ciudad que les sirve de sede. La misma expresa la organización popular que acoge: su uso supera las formalidades. Desangelada en términos de mobiliario, la cochera está abierta y ofrece un puesto de refacciones y frescos y una exposición de ropa usada: pequeños negocitos para que alguna de las mujeres saque sus quetzales para el día. Doña Lilian cocina en una parrillita de carbón sus tacos fritos de papa y chorizo para la venta. Entre los pasillos y habitaciones bullen mujeres y jóvenes repintando las paredes, y niños que lo mismo juegan a las escondidas que chapotean en la piscinita plástica que a duras penas se llena de agua en el patio interior. Apenas cuentan con una laptop, una impresora y una maquinita de fotos digital obtenidas por donativos. Con ellas y la ayuda de un joven colaborador mantienen su presencia en redes sociales y tratan de promocionarse (https://www.facebook.com/AVITRANSP.Guatemala y http://www.avitransp-guatemala.webgarden.es/).

Las demandas que ha ido desarrollando AVITRANSP son muy variadas. Su motivación principal es obtener resarcimiento con apoyos de sobrevivencia económica para el entorno cercano de la víctima: mujer y huérfanos. El mayor logro de la organización fue el subsidio de la Secretaría de Bienestar Social con el gobierno pasado de Álvaro Colom. Estuvieron recibiendo por dos años 300 quetzales al mes por hijo. El gobierno del general Otto Pérez Molina decidió retirárselo. Además luchan por una ley que obligaría a los transportistas a pagar seguro y prestaciones a los choferes y ayudantes, algo que no ha logrado medrar hasta ahora y que renuevan en tiempos de campaña política entre los diferentes candidatos a diputados.

Para lograr ayudas para las asociadas AVITRANSP llama a todas las puertas posibles, su palabra más reiterada es “aprovechar”. Podemos distinguir instancias distintas con lógicas y acciones diferentes. Buena parte del tiempo la ocupan en atender y recibir pequeñas iniciativas de donaciones, múltiples gestos de Fundaciones, iglesias, iniciativas privadas, muchas disfrazadas de caridad que esconden intenciones de propaganda política más en periodo de elecciones como actualmente.

AVITRANP busca fuentes de empleo para mujeres adultas y de capacitación a través del Instituto Técnico de Capacitación y Productividad –INTECAP-, una histórica entidad estatal descentralizada con apoyo de la iniciativa privada: “firmamos un acuerdo en donde todas las viudas y los hijos tenían derecho a capacitarse sin ningún costo”, pero muchas viudas son iletradas. También la obtención de becas de estudios y de ayuda psicológica para los huérfanos de los choferes que suelen quedar traumados y con problemas de comportamiento reprobando en la escuela, repitiendo el año o desertando. Y no cejan en su acercamiento a diferentes medios de comunicación explotando la situación de víctimas de estas familias. Se hacen visibles en ciertas fechas: San Cristóbal –patrón de los conductores-, días del niño, de la madre o el 23 de junio día de las viudas según Naciones Unidas.

Mientras, la intermediación con el Estado y sus instancias supone entrar en el laberinto burocrático, de las arbitrariedades y los formularios que hacen inalcanzables esos subsidios en salud, educación, alimentos… Doña Lilian sabe entrar a esa cultura informal de la tramitología donde los políticos son los amos de estas intermediaciones y contratas para acceder al dinero público. La concepción del Estado es la de un espacio cuyos fondos están ahí para ser succionados legítimamente por quienes tienen la suerte de instalarse en su red. Lilian –y, con ella, AVITRANSP y las viudas “organizadas”- busca esos resquicios bien sea por “las buenas” con transas o por “las malas” como parte de instancias de presión.

Así las imbricaciones más paradójicas se producen en el sistema político que se ha conformado en Guatemala, donde partidos, ejecutivo, organizaciones, tejen sus interesados lazos entre ellos. Son las posibles alianzas con el sector civil y con las organizaciones populares AVITRANS se ha incorporado al Frente Nacional de Lucha compartiendo sus objetivos con sectores urbanos, sindicatos, comités y magisterio. Con el sector de mujeres podría darse una significativa asociación, pero “me llaman cuando necesitan acuerpar alguna actividad para beneficio de ellas… pero cuando es ya de participar para algún beneficio para otra organización ahí son bien celosas de lo que hacen”. Así doña Lilian también cuenta como una famosa líder del sector de derechos humanos y de las mujeres le señalaba: “‘ahí solo mareros, prostitutas y no sé qué’’”.

La exigencia de justicia por los crímenes lleva a las mujeres a investigar por su cuenta y a denunciar. El manejarse en las fronteras de las diferentes fuerzas en disputa de las colonias, entre complicidades y traiciones, obliga a las mujeres a moverse con precaución. Desde Gobernación y Ministerio Público (MP) se urge a las integrantes de AVITRANSP a la colaboración informativa. Doña Lilian le reclama a un alto funcionario: “me habló mero abusivo ‘si es que ustedes no colaboran’, ‘yo no tengo un sueldo como usted como para que me tenga que arriesgar, si usted quiere que haga su trabajo páseme su sueldo, con mucho gusto voy y le marco todas las casas [de los pandilleros], y ya no me dijo nada’”.

Reflexiones Finales 

Las viudas de AVITRANSP ejemplifican el andamiaje del “desorden” neoliberal y la experiencia de la zona roja. Las colonias de ciudad de Guatemala son “comunidades imposibles” por la sospecha interna y la inseguridad porque son territorios abandonados por el Estado de derecho y disputados por violentas fuerzas paralelas masculinas armadas, de histórica racialización de la desigualdad y acumulados de violencias. La “justicia” es inconcebible en un mundo donde los culpables se difuminan entre su misma gente y donde es muy difícil identificar las causas de esas violencias que castigan a estos sectores de manera tan excesiva (Bourgois 2009). Con AVITRANSP encontramos un desconcertante caso de lucha política deslegitimada donde sus integrantes son identificadas como víctimas más que como agentes demandantes de justicia y resarcimiento y, como tales, son entendidas como objetos de caridad.


Notas:

1 El trabajo de campo se desarrolló en forma intermitente en cortas visitas a la ciudad de Guatemala entre 2012 y 2015 (ver Camus 2014).

2 El actual cabecilla es El Lobo, del Barrio 18, se encuentra en una cárcel de máxima seguridad (ver reportajes de elfaro.net, sección Sala Negra). Los bloqueos de señal de celulares no se aplican en los presidios “dijeron que el 25 de diciembre iban a bloquear todo, ahorita es más clara la señal”. Las víctimas entienden que para las compañías de móviles estas operaciones desde las prisiones les son altamente rentables además de alimentar importantes redes de corrupción. El gobierno prefiere no interferir.

3 El cambio del dólar con el quetzal está a 1 por 7,7 (5 mayo de 2015).

Bibliografía

Auyero, Javier (2001) “Introducción. Claves para pensar la marginación”, en Parias urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio de Löis Wacquant. Manantial: Buenos Aires, pp 9-32.

Bourgois, Philippe (2009) “Treinta años de retrospectiva etnográfica sobre la violencia en las Américas”, en Guatemala: Violencias desbordadas, López García, Bastos y Camus editores. Universidad de Córdoba: Córdoba, pp 27-62.

Procuraduría de Derechos Humanos (2015) Informe Anual Circunstanciado. Situación de los Derechos Humanos en Guatemala. Guatemala. Consultable enhttp://www.dip.mindef.mil.gt/inf_2014.pdf

Rodgers, Dennis (2007) “Managua”, en Fractured Cities. Social Exclusion, Urban Violence and Contested Spaces in Latin America, Koonings, Kees y Dirk Kruijt, editores, Zed Books: London, New York, pp 71-85.

Savenije, Wim (2009) “¿La seguridad nacional en juego? Las transformaciones de las pandillas callejeras o ‘maras’ en Centroamérica”, en Guatemala: Violencias desbordadas, López García, Bastos y Camus editores. Universidad de Córdoba: Córdoba, pp 299-338.

About Author(s)

Manuela Camus Bergareche
Manuela Camus, española, es doctora en antropología social por el Centro de Investigaciones y Estudios Sociales en Antropología Social de Guadalajara, México. Durante 20 años trabajó en Guatemala. Actualmente es profesora investigadora en el Centro de Estudios de Género de la Universidad de Guadalajara, en México.